martes, 31 de enero de 2017

Un tema para compartir....

Musealizar el alimento 
Licda. Ana María Montero N. Esp/MSc
Fotografías: Museo Carmen Alto. (autora)


            Existe un importante número de Museos sobre determinados alimentos: Museos del Cacao en Bélgica y México, de la banana en California, museos gastronómicos en muchos países y hasta un museo para mostrar y homenajear los desastres culinarios en Massacchusetts, Estados Unidos. En Uruguay existe o existió el Museo Vivo de la Alimentación, dependiente de la Intendencia de Montevideo, que surgió como iniciativa de la Cámara Nacional Uruguaya de la Alimentación. Mas, tal vez uno de los más completos y activos es el Alimentarium, en Suiza, auspiciado y sostenido por la empresa Nestlé.

Lo que caracteriza a la mayoría de estos Museos es la explicación que ofrecen del proceso de producción de los alimentos y las formas de preparación de los mismos, el equipamiento utilizado para su elaboración y su historia que, para la industria turística y especialmente para el conocimiento local, es importante. Igualmente existen otros museos históricos o antropológicos que exponen temas relacionados, bien como parte de la exhibición general o como una exposición temporal.
Museo Carmen Alto. Quito Ecuador.


 Considerando la importancia de la alimentación para el ser humano, la manera como este se ha organizado para tomar del entorno donde se habita lo necesario para su vida y salud, abordarla desde las formas como se ha tomado y preparado el alimento, que no es igual, aun en un mismo país, es sumamente amplio y complejo. En estos tiempos cuando se están enfrentando situaciones derivadas de nuestro propio desarrollo y crecimiento, lo cual ha generado un acelerado cambio climático en el planeta que afectará todo nuestro existir en el futuro, obliga a repensar en cómo abordar este tema desde el museo como medio educativo no formal.

Joan Santacana, en un texto presentado en su blog sobre este tema propone que un museo sobre la alimentación debe abordarse tomando en consideración cinco ejes temáticos: cocinar, comer, comprar, conservar y digerir, a los cuales considero se debe iniciar con el cultivo y su impacto en el ser humano e igualmente sus efectos ambientales, que debe incluir los problemas generados por los excedentes como parte de la contaminación del ambiente y sus usos irracionales, así como las propuestas para enfrentar lo que acontezca. La alimentación, vista como eje trasversal, puede acercarnos más, dentro de nuestra cotidianidad, a entendernos mejor como seres vivos que integramos un ambiente complejo e interactuante y no como centro dominante de un medio al cual estamos destruyendo y a nosotros con él.

Musealizar el alimento como propuesta integral, dada la vieja concepción que tenemos del museo como compilador de objetos coleccionables e imperecederos puede chocar en la mente de muchos. En la actualidad el objeto museable es considerado más que objeto por si mismo, en un documento que aporta conocimientos, lo cual le asienta en el campo de la ciencia, que lleva a condicionar su estudio para la compresión de la muestra, su sentido, cambiando la perspectiva del museo-templo a museo-laboratorio. Implica un cambio en el concepto del museo. 

Museo Carmen Alto. Quito. Ecuador.

 
Analizar desde esta perspectiva cada tema concerniente con la alimentación como proceso natural y cultural, nos permitiría adentrarnos en la transdisciplinaridad de la ciencia, pues implica apreciar las relaciones que la cotidianidad nos impide ver con la biología, la química, la física, la economía, la antropología, la historia y demás, que nos explican los avances y retrocesos en el quehacer humano en todos los espacios terrestres donde se ha asentado, creado y, también, destruido.

Un museo de alimentación como refiere Santacana debe transmitir la idea que los humanos comemos de todo, que somos omnívoros: desde rocas como la sal, hasta secreciones rancias de glándulas mamarias como el queso; desde alimentos fermentados como el vino, a crudos como las frutas. Igualmente debe hacer entender y respetar el hecho de que mientras algunos pueblos consumen puercos o cerdos, otros lo abominan y que mientras unos celebran consumir los alimentos con las manos, otros no entienden porque no se usan los cubiertos. Que existen formalismos en unos países para tomar el té o el café, mientras en otros no.

Igualmente explicaría el proceso de la nutrición, que se lleva a efecto en el individuo luego de la alimentación, cuando el organismo busca los nutrientes en los alimentos consumidos para transformarlos en energía con lo cual logra sobrevivir y subsistir, concepto diferente al de alimentación que se refiere al proceso de consumir los alimentos que luego proveerán de nutrientes al organismo.
Fotografia de Fernando Acosta.

Comparto con el autor el que este tipo de museos no debe ser cronológico aun cuando en algunos aspectos esa visión no sea totalmente descartable, e incluir en su propuesta, el laborar con el mundo de las sensaciones: los olores, el gusto, el tacto, además de la vista y los sonidos. Que promueva nuevos hábitos alimenticios, de protección al ambiente, y el entendimiento y respeto de las culturas pues, al fin y al cabo, el proceso alimentario que ha generado el ser humano implica no solo el acto de consumo, sino todo un hecho social que le ha llevado a no solo a observar y crear instrumentos y utensilios para escoger y procesar los alimentos sino formas de integración e intercambio entre sus pares

Esta es una propuesta que bien debería ser respaldada por las empresas del sector agro-industrial como parte de su responsabilidad social y no depender únicamente de los entes gubernamentales. E igualmente, debe buscar una interacción permanente entre Investigadores y hacedores de la gastronomía y sus pares de las otras disciplinas y centros de investigación, universidades, de forma que se garantice su vigencia y actualización en el tiempo.


Referencia:
UN MUSEO DE LA ALIMENTACIÓN HUMANA. Por Joan Santacana