sábado, 13 de febrero de 2016

Reflexiones museológicas. Licda. Ana María Montero Navarro. Esp/MSc


Sobre el patrimonio
La Escuela, los museos y los sitios patrimonio.

Los museos y los espacios de presentación del Patrimonio
constituyen factores esencialmente dedicados a la instrucción
de los ciudadanos de un país y su educación.
Santacana Mestre. 2005.

En muchas ocasiones hemos visto en las redes sociales protestas ante el derribo de los árboles de Cují (Prosotis julisflora) en una ciudad como Coro, Estado Falcón - Venezuela, donde este ser vivo es emblemático de una flora xerófita al punto de ser considerado el árbol símbolo de esa entidad federal. Este tipo de situaciones suele acontecer, fundamentalmente, por la ignorancia que tiene la dirigencia de las instancias que ejecutan tal acción así como muchos otros ciudadanos, de su significación. Hay que indicar que según la tradición o memoria oral,  la primera misa que se realiza en suelo continental se hizo bajo la sombra de un cují cuyo madero sobrevive en forma de cruz, en un monumento que se encuentra en la plaza aledaña a la iglesia de San Clemente, de esta ciudad.

Esa significación solo puede ser enseñada a través de dos formas: formal, en la escuela e informal, a través de los museos, parques o sitios monumentales. En la instancia formal, ya que fundamentándose en la enseñanza de la lectura-escritura y las matemáticas, se puede instruir dictando intereses y normando las conductas, mientras que a través del museo, el usuario que avanza a su propio ritmo, adecua lo que observa a su motivación e interés. Este aspecto, que generó en Europa desde finales el siglo XIX y especialmente tras la segunda guerra mundial grandes esfuerzos y movimientos para la defensa y reconocimiento de patrimonios que catapultan el sector turismo, se pierde paulatinamente a partir de la década de 1970, cuando por efecto de las grandes migraciones que se han producido desde Asia y África hacia ese continente, se cambia la función instructiva de la escuela priorizando la enseñanza de los valores para favorecer la integración. Más eso ha traído como efecto en la sociedad europea que se empiecen a desconocer elementos propios del patrimonio del viejo continente.

El problema, que no se vio entonces y sobre el que ahora se reflexiona, es que los valores son cambiantes, no son fijos, se adecuan a circunstancias que se dan en el tiempo. Los valores responden a la lógica bueno/malo o bonito/feo y eso depende de lo piense la sociedad en un momento dado, mientras que la instrucción por su parte se mueve en la lógica científica de lo verdadero/falso y tiene como objetivo transmitir saber, conocimientos y técnicas. En este sentido, el patrimonio como legado, es la suma de todo esto que se refleja en los hechos, obras y creaciones que va desarrollando y compartiendo un conglomerado humano dentro de un territorio, que luego se configura como región o país. Para que dicha sumatoria se convierta en Patrimonio, la misma debe ser reconocida por, al menos, un sector importante de su sociedad hasta constituirlo en un bien trascendente, en un activo económico, social y cultural  que produzca riqueza material, mental y espiritual a los colectivos que se asocien en torno a él.

Para apreciar el Patrimonio, bien sea de orden cultural o natural, como el caso de la preservación de los árboles de Cují que pueblan, junto a otros, el paisaje natural del norte venezolano, el mismo no solo debe ser contemplado, sino también interpretado y entendido para así poder ser disfrutado en todas sus vertientes  como ser vivo y de interés para los humanos, y es allí donde la escuela tiene una función importante que desarrollar. Para muchos educadores será absurdo este planteamiento, que es como volver atrás, pero para ser un país de conciencia se debe volver a la escuela instructora, como lo están pensando en Europa, especialmente ante las amenazas que hoy la acosan, pues se espera que estas instituciones –la escuela y el museo- hagan conocer al Patrimonio como portador de herencias civilizatorias, soportado en la ciencia que estudia al ser humano, su comportamiento, su conducta a través del tiempo y su relación e integración con los otros seres que pueblan el espacio terrestre. Con ello se aspira lograr el respeto que conllevará  el pensarlo, antes de cualquier amenaza que afecte de una forma u otra la propia existencia, como el cortar árboles y padecer luego el incremento de la temperatura ambiental, de una mayor radiación solar, cáncer de piel, problemas cardíacos, respiratorios, contaminación y otros males derivados de las acciones insensatas de deforestación.

Y ¿Cómo los museos pueden enseñar sobre el Patrimonio? No solo colocando objetos, que son su soporte, para que sean vistas por los usuarios o visitantes. Si éstos no son contextualizados y puestos en consideración como documentos que aportan un mensaje, un conocimiento que debe ser entendido y apreciado por los usuarios en una forma didáctica, no será posible. Ello es fundamental en una sociedad informatizada como la que vivimos, en la cual el saber y el conocimiento constituyen un activo importante, dinamizador, especialmente en el área económica, del turismo y la industria cultural.

La importancia de conocer los sitios patrimoniales y los museos radica en que, al ser espacios para la imaginación, permiten satisfacer un sueño muy humano como lo es el “viajar” en el tiempo, apreciar en estos espacios los proceso de adaptación y cambios que la humanidad ha dado, como también lo que nos puede deparar el futuro,  para alcanzar el confort y la salud, bases de la felicidad. La observación de la naturaleza para conocer sus procesos, dar respuestas a sus creencias y a la creación de objetos que conlleva al desarrollo de técnicas y conocimientos han sido fundamentales para que la humanidad alcance altos niveles de bienestar. Los objetos creados o tomados de la naturaleza nos permiten apreciar, en todas sus facetas, como ha sido el quehacer humano en su evolución –y también involución- como grupo o civilización y nos  su puede permitir, en estos tiempos, ejercitar los comportamientos de respeto y conservación de la vida misma,  una vez entendida, comprendida, reconocida y deleitada la exposición de dichos objetos que constituyen, igualmente, el rasgo referencial entre un museo y otro.

El estudio de los museos como espacio educativo,  ha estado vinculado desde sus orígenes a los procesos de enseñanza -  aprendizaje, como se ha podido apreciar en antiguas civilizaciones: Llasa. Mesopotamia (1000 a-C),  Ur. Imperio Babilonico (530 a. C); Alejandría. Egipto (339 a. C);  El Shosoin. Monasterio Todaiji, en Kioto – Japón. Siglo VIII d. C. o  El Museo Ashmolean, (1669 d. C)  de la Universidad de Oxford. Gran Bretaña. Creados atendiendo necesidades de las comunidades estudiantiles y científicas que hicieron y aun hacen vida en ellas como el Ashmolean,  como disciplina museográfica y ciencia Museológica, el museo ha desarrollado su propia dinámica y didáctica para exposiciones según los tipos de objetos, vivos o inertes, que coleccione: de ciencia natural, historia, arte, zoológicos, parques o jardines botánicos a los cuales el Instituto Latinoamericano de Museos (ILAM) agrupa, según sus colecciones de objetos, en Museos de Patrimonio Cultural, de Patrimonio Natural y aquellos que integran ambos patrimonios.  Adicionalmente, mediante la intra e interdisciplinaridad  de las ciencias, la investigación y los saberes, el apoyo de las tecnologías de la información y la comunicación y desde una perspectiva lúdica, los museos se integrarían, más aun en estos tiempos, a los procesos educativos de una sociedad para hacerla consciente de su origen, de su identidad, de su Patrimonio. Es a partir de allí donde se fundamentaran los principios básicos que serán los soportes de valores auténticos, que se correspondan a lo que se es y lo que se puede ser, en convivencia con otros seres vivos y con nosotros mismos como especie, que ha hecho y hace aportes significativos –positivos e igualmente errados- en el tiempo y en el espacio que ha ocupado en el planeta.

Conocer este fundamento  implica desarrollar una didáctica para la exposición de los objetos, que según Santacana Mestre (2005), cumplen las siguientes funciones, que aun cuando referidos al Patrimonio histórico son igualmente referentes para los demás Patrimonios:

·         Fijan la imagen del concepto.
·         Se transforman en elementos de referencia
·         Atraen la atención del público
·         Son enigmas para resolver
·         Permiten formular hipótesis y desarrollar métodos de análisis
·         Permiten desarrollar inducciones históricas
·         Contribuyen a desarrollar la imaginación
·         Su uso permite relaciones empáticas
·         Se tornan en instrumentos de inclusión
·         Permiten desarrollar aportes de los usuarios y visitantes
·         Son soportes de la memoria

Los objetos,  tal y como se aprecia, “están dotados … de una gran capacidad de sugerencias  (Sheinner,2001). Son representativos de un horizonte social concreto y como ya lo hemos apreciado, el objeto es un documento consecuencia del pensamiento humano, por lo tanto tiene un carácter  de uso, símbolo, significación y de comunicación. Mas es el conjunto de objetos lo que permite instruir sobre un tema y eso solo se logra mediante la exposición.

Función prioritaria del Museo y de los sitios de presentación del Patrimonio, bien sea productos de la creación humana o de su interés como la flora, la fauna y los recursos minerales, la exposición se puede definir como un  acto comunicativo en el cual se exhibe una determinada visión sobre un tema de estudio a partir del cual, la ciencia u otras disciplinas han generado unos saberes. Una exposición debe narrar o contar una o varias historias a través de los objetos que la forman como documentos aportantes de conocimiento, meritorios de una atención especial para asegurar su preservación en la continuidad de una sociedad o civilización para que ésta se reconozca en su patrimonio o herencia.

Una exposición entonces es el conjunto de objetos materiales que componen una unidad de contenidos, interpretada en el contexto físico, natural y/o social, cultural y económico de su tiempo, relacionándola por sus efectos con el presente. De esta forma, ese conocimiento puede ser comunicado a los usuarios para su saber y disfrute; mas, para alcanzar este objetivo se requiere desarrollar un proceso de investigación.

Planificar una exposición implica estudiar los objetos: cerámicos, fósiles, pinturas, textiles y todo lo que ella implique en cuanto a conceptos de “cómo eran o como fue”  bien sean de origen natural o cultural. También es importante indicar los procesos de su creación: “Cómo se sabe o cómo se hizo y por qué” y por supuesto, su trascendencia, “en que nos beneficia o afecta este objeto hoy”. Estos tres planteamientos son básicos, mas Santacana, señala, además, una serie de pasos  a seguir para estructurar una exposición de objetos en forma didáctica, entre los cuales destaca:

·         El discurso museológico, que guía a la exposición, debe tener una introducción, un desarrollo y una conclusión, como todo estudio científico.
·         Se debe partir de lo conocido a lo desconocido.
·         La muestra de objetos debe ser variada, repetir aquellos que tienen el mismo sentido, forma o uso, puede fastidiar al usuario, así como no atiborrar las salas.
·         Los objetos deben acompañarse de su contexto en cuanto a su función material, procesos de elaboración o formación y los mensajes deben ser cortos y precisos, jerarquizados según su importancia. (El uso de recursos tales como infografías, fotografías o gráficos para ilustrar, son altamente recomendados)
·         Destacar los objetos por encima de la edificación y la decoración del área expositiva, mediante iluminación y preeminencia.

            Es necesario igualmente conocer los segmentos de usuarios que pueden interesarse por la exposición, no a todo el mundo  les va a llamar la atención una exposición de pintura religiosa, de fósiles, bonsáis, de pintura moderna u abstracta, o la artesanía. Desarrollar una exposición “para todo público” sin reconocer que los intereses de los grupos humanos son diversos, es un error en estos tiempos, ya lo han demostrado los estudios sobre el comportamiento y el cerebro humano. En este sentido el museo, como todo, se debe ajustar a este principio. En tal sentido la exposición debe plantearse considerando los segmentos de interés así como el re-plantearse el uso de réplicas junto a las originales que faciliten la manipulación de objetos a grupos de percepción táctil. Igualmente, ofrecer salidas a grupos de percepción, no solo visual, que es el principio que ha dominado al museo, sino auditiva para quienes, por ejemplo, no gusten o sepan leer e inclusive olfativa y gustativa, para esos grupos humanos específicos y por supuesto, según la muestra expositiva.

            Por último, una exposición didáctica no es completa si no se desarrollan actividades conexas tales como charlas, talleres, conferencias y otras afines, así como el editar material escrito para explicar, con más detalles, conceptos y procedimientos de los objetos expuestos que lo ameriten. Al considerar los elementos que se han expresado en el presente texto, es posible integrar a esas dos entidades, la escuela y el museo y sitios patrimoniales, al proceso de enseñanza aprendizaje para el reconocimiento y asentamiento de la memoria, de la identidad.


Referencia bibliográfica:

De Carli, Georgina (2003) Vigencia de la Nueva Museología en América Latina: conceptos y modelos. Instituto Latinoamericano de Museos. ILAM. Versión electrónica. www.ilam.org.

Santacana Mestre, Joan y Nùria Serrat Antoli. (Coordinadores) 2005. Museografia Didáctica. Editorial Ariel. Colección Ariel Patrimonio. 1ra. Edición. Barcelona. España.


Sheinner, Tereza (2001) Museología y el patrimonio intangible: la experiencia virtual Ponencia. XI Encuentro de ICOFOM – LAM. Montevideo. Uruguay.